viernes, 24 de abril de 2015
Reflexión de viernes
Más reflexiones de viernes. Feliz fin de semana, y FELIZ VIAJES a todos aquellos que estáis recorriendo cualquier rincón del planeta.
jueves, 16 de abril de 2015
La suerte de principiante
"La suerte de principiante no puede fallar", así reza una canción, y la verdad, fue así la suerte estuvo de nuestro lado, participamos de una cata
de vinos en una casa cuya especialidad era el sushi, en este pots les contamos de qué se trato.
Los vinos que degustamos eran de la Bodega Sophenia. La cual está ubicada en Tupungato, a 1200 metros sobre el nivel del Mar en Mendoza, a los pies de la Cordillera de los Andes. El primer vino que probamos fue un Malbec rosado 2014. Un vino joven, frutado, engañoso, difícil de olvidar Altos Sur.
El secreto de este vino era el
equilibrio logrado por que tiene una proporción de 6 gramos de azúcar residual y 5.8 por ciento de acidez. El dulce
y el ácido se balancea en el paladar equilibrando los opuestos. La mineralidad del
suelo influye en los vinos, por eso el terroir de Tupungato tiene un sabor particular.
Sabías que cuándo se cosecha la uva le ponen hielo seco para que no se fermente la uva?.
Seguidamente probamos un Sauvignon blanc 2013, más complejo en la estructura, un 20 por ciento del vino había pasado por barrica un 20. Se sentía la mineralidad, de color muy claro.
Sabías que cuándo se cosecha la uva le ponen hielo seco para que no se fermente la uva?.
Seguidamente probamos un Sauvignon blanc 2013, más complejo en la estructura, un 20 por ciento del vino había pasado por barrica un 20. Se sentía la mineralidad, de color muy claro.
Luego degustamos un Brut Nature realizado con método Charmat, 50% semillon y 50% sauvignon blanc El otro vino spumante o espumoso estaba basado en las cepas: chardoney y pinot realizado con Método Champenoise.
A la hora de elegir un vino, es conveniente leer la ficha de cata, la misma la pueden encontrar en las páginas web de la bodega, consultar cómo tomarlo, a qué temperatura, en general los vinos tintos se toman a una temperatura de 16, 18 grados, los blancos a 8 y 13 grados, los vinos espumantes a 2 grados. Con qué maridamos el vino, esos detalles hacen que el vino se luzca, se disfrute.
Algunas frases graciosas que
escuchamos en la cata:
- “Mejor sólo que mal acompañado” (algunos vinos es mejor tomarlo solo que comer algo que lo arruine).
- “Botella abierta, botella muerta” (si abrís la botella, la terminas).
- “Este vino, baja bombacha” (una frase machista).
- “Voy a iniciar una campaña de canonización a Don Perignon”.
lunes, 6 de abril de 2015
Los pies en la tierra y la mirada en el cielo
Así definiría los cuatro días que
transcurrieron en Los Gigantes (Córdoba) durante Semana Santa del 2015. De qué se trató
el viaje, primero de coincidencias, hace tres años un grupo de personas hicimos
una excursión a Plaza Francia (Mendoza). Y este fin de semana largo parte de ese
Grupo llamado “Magnesio” volvió a salir en búsqueda de otros senderos. La
segunda coincidencia es la valoración hacia la actividad denominada
trekking o senderismos, la principal atracción del viaje era llegar a la cima del Cerro
La Cruz, ubicado en el macizo de Los Gigantes, a 20 km de Tanti.
“Lo más importante no es llegar a
la cumbre, lo importarte es bajar” así me explicó otrora vez un guía, y es un lema
a tener en cuenta, otra consigna que aprendí en este viaje es: “Yo no subestimó ni al Uritorco”
con esta expresión el apasionado de la actividad montañista quiere decir: cuidado con la naturaleza, el clima, etc., no subestimes, no corras riesgos.
De Rosario al Macizo Los Gigantes
Jueves aproximadamente a las 9 horas empezó la travesía, desde
Rosario hacia Los Gigantes, viajamos compartiendo mates, peajes, estaciones de
servicio para estirar los pies. Un grupo integrado por 9 personas generosas
y amateurs de la actividad, algunos más experimentados que otros, algunos provenientes de Rosario y Buenos Aires.
Al llegar a La Rotonda (refugio),
en Los Gigantes, acomodamos las mochilas, sacamos la foto grupal y dimos
comienzo a la aventura, paso a paso, paso con bastón, bastón con pasos,
empezamos a subir, al principios había referencias: pircas o una estrellita
naranja, luego no se divisaban esas señales.
El grupo por emprender la travesía |
Pasamos por el famoso “Pollito”,
que para identificar la formación rocosa con un “Pollito” tuvimos que exprimir la imaginación, tomar
distancia, por suerte un cartel indicaba que la piedra era “El Pollito”, sino hubiéramos pasado de largo sin darnos cuenta.
El Pollito y momentos del ascenso |
Seguimos caminando hasta
encontrar un lugar adecuado para acampar las 4 carpas que llevábamos, mientras
caminábamos, la noche se venía, como dice el Dúo Coplancu: “el cielo el mar de arriba,
pierde su luz cuando anoche, y van al desparramo las estrellas”.
Prendimos las linternas y al fin
hallamos lugar, creo que interrumpimos la tranquilad de otra carpa que
estaba cercana a nosotros. Armamos las tiendas, algunos se vieron más
beneficiados por la inclinación del terreno otro no tanto. De noche esos
detalles no fueron percatados. Eso si teníamos cerca un curso de agua. Esa
noche como todas las otras noches cocinó Eze. Salchichas con puré, el postre lo
hizo Gabi, un chocolate magnifico.
Mientras, cenábamos la luna llena nos iluminaba y como dice el poeta mexicano Jaime Sabines: “La luna se puede tomar a cucharadas, o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia, a los que se han intoxicado de filosofía, Un pedazo de luna en el bolsillo, es el mejor amuleto que la pata de conejo”. Veníamos las figuras que conformaban las rocas, charlando cálidamente, compartiendo.
Mientras, cenábamos la luna llena nos iluminaba y como dice el poeta mexicano Jaime Sabines: “La luna se puede tomar a cucharadas, o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia, a los que se han intoxicado de filosofía, Un pedazo de luna en el bolsillo, es el mejor amuleto que la pata de conejo”. Veníamos las figuras que conformaban las rocas, charlando cálidamente, compartiendo.
El viernes en la armonía de la naturaleza, en lo melifluo del arroyo despertamos,
desayunamos, preparamos los equipos y partimos para nuestro objetivo, cerro La
Cruz, que ostenta la mayor altura del macizo, según el GPS 2271 metros.
Vistas desde el Cerro La Cruz |
Allí en ese escenario “cumbrero” almorzamos,
a nuestros pies la inmensidad del Valle de Punilla, se distinguía la ciudad de Villa Carlos Paz y Tanti, el dique San Roque, una mina de uranio abandonada, los
senderos. En la cima del Cerro se erige una cruz, la cual acumula pulseritas,
trapos, mensajes de varios años atrás.
Un momento muy simbólico fue cuando precisamente en la cumbre Javi nos obsequió un banderin traído de las tierras de Nepal, lugar que toda persona que abraza el montañismo desea conocer.
Un momento muy simbólico fue cuando precisamente en la cumbre Javi nos obsequió un banderin traído de las tierras de Nepal, lugar que toda persona que abraza el montañismo desea conocer.
También encontré un letrero con un PR (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota) el cual inspiró este post de impronta ricotera.
Momento cumbrero |
Luego de descender, algunos buscaron el
camino del agua que los llevó por otros senderos Javi, Diego y otros miramos el
cerro La Cruz desde una de sus paredes Eze, Cintia, Maje, Gabi, Cari y quien escribe,
allí contemplábamos las personas que hacían escalada en roca, parecían puntos
muy pequeños, en las grietas de la roca, otras personas se encontraban en la
cima. Desde ese lugar partimos hacia Mogotes, donde visualizamos unos refugios,
cuevas, la casa andinista de Córdoba.
De regreso podríamos decir “No sé bien del menú pero la salsa abunda”
el chef que nada tiene que envidiar a Francis Mallmann, junto a los ayudantes
de cocina prepararon un guiso de lentejas gourmet. En esta oportunidad el cielo
no estaba tan despejado, sino que “el viento que todo lo empuja”
amontonaba nubes rápidamente, ese noche Javi o Fabi, porque creo que lo bauticé
de vuelta, manifestó su experiencia de viaje a Nepal, Vietnam, Laos, España;
entre tantos otros temáticas compartidas entre risas, chistes.
El día sábado, nos despertó la lluvia, los truenos, ese clima trajo como contrapartida meditar adentro de la carpa, charlar y dormir. Finalmente, hicimos senderismo, fuimos al Valle de los lisos, almorzamos “Como
pega el sol” dice la chacarera y así era, porque el sol estaba en su
esplendor, enseguida vinieron los mates, no faltó conversación, porque el
grupo, bien diverso, distinto generaba temas plurales, inclusivos y en ningún momento hubo chistes entre rosarinos
y porteños, hubo máximas de Luisa. Confieso que hablé mucho, debería haber
llamado al silencio. Hubo charlas de cursos de montañismo, de Jesica Cirio, de
la falange en los Uruguayos, la vida de los gatos en la ciudad, el sillón inodoro. El escenario del almuerzo era paradisiaco, había
un roca para trepar donde nos entretuvimos sacando fotos, analizábamos las
rocas buscando formas, figuras, desde alas, corazón, brujas, y el sonido del curso del río, una postal.
Crédito de Fotos: Javier Salinas |
“Miraba el cielo justo a tiempo”
mientras íbamos caminando, luego de ver un árbol dorado que al acercarnos nos
dimos cuenta que era un liquidámbar, al lado compartía su belleza y
excepcionalidad con un ginkgo biloba. Recordemos que en la zona predomina el
tabaquillo. De meteorología no sabemos, porque vimos unas nubes que estaban
chocando entre sí, unas negras y otras blancas, sin darnos cuenta seguimos
caminando; “Cuando el granizo volvió, la
campana sonó”, tuvimos que
refugiarnos en unas rocas, nos tapábamos con la mochila, aunque no alcanzó
puesto que las piedras nos hicieron mesoterapia en el cuerpo. Granizó y lluvia literalmente.
Crédito de foto: Javier Salinas |
“Ni bien amainó la tormenta”
cruzamos una cueva, a secarnos y preparar el regreso, puesto que la temperatura
descendía al ritmo que lo hacían los ríos. En esa cueva unos cordobeses
amablemente nos prestaron toallas. De repente mirar el paisaje de vuelta, y ver
una metamorfosis, todo se cubrió de granizó, los ríos descendían más rápidos,
hasta uno de los árboles se calló, el verde se veía más brillante, los
tabaquillos desprendían su piel del tronco y ramas como hojas de tabaco y
tuvimos que caminar entre el barro, granizo, piedras resbaladizas. Otro rasgo del paisaje eran las cascadas originadas tras la lluvia.
El paisaje se había modificado. La
adrenalina, era sin dudas la sensación, volver al campamento, la
responsabilidad de los que conocían el camino, ese momento para mí fue de
máxima concentración puesto que había
que poner los pies y los bastones en los lugares precisos. Por momentos
metíamos los pies en lugares que parecían seguros, otras veces se enterraban en
el granizo, o teníamos que agarrarnos de los tabaquillos (flora de zona), o
pisabas y el pie se deslizaba provocando perdida de estabilidad.
En el campamento aun había granizó alrededor
de las carpas, tomamos fotos. Los chicos que habían llegado antes, nos
esperaban con Café, “Pero el Café con tu suerte se enfría”
en este caso se enfriaba porque la temperatura de agradable viro a fresca sumado
a que estábamos empapados.
“Hemos perdido el rastro unos
minutos”, la tormenta se llevó algunas cosas: nuestra olla de cocina,
un cuchillo y un mate, por suerte encontramos la olla con su tapa.
Esa noche tocó de menú capeletinis,
tras el frío el menú caliente en este tipo de actividad es fundamental te
recupera el espíritu.
Al otro día de domingo volvimos a la base La Rotonda, esta vez caminamos de a
ratos con sol y otras veces con nubes que avanzaban hacia el centro del macizo.
Nos tomamos la fotografía de
regreso, todos contentos de compartir, de apreciar la inconmensurable belleza
del lugar, del esfuerzo y disfrute que representa este tipo de actividad. El fin
de semana largo terminó, otra vez la rutina, la cotidianidad de la ciudad “Las
despedidas son esos dolores dulces”. Sin dudas “La salida a Los Gigantes” será
un recuerdo inmarcesible. Gracias a los compañeros de ruta!.
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